viernes, 13 de mayo de 2011

BlOqUe IV (SeGuNdA pArTe)

El primer investigador de textos folclóricos fue Vladimir Propp, el cual pretendía hacer su tesis doctoral sobre las estructuras, es decir, sobre los elementos que se repetían en los cuentos, el papel de los protagonistas, etc. Propp recogió tantas muestras de cuentos por toda Rusia con ayuda de sus colaboradores y amigos que se vio imposibilitado para trabajar. Por eso, decidió dividir los cuentos en cuatro grupos.
1.       Los mitos: Son historias de origen religioso cuyas religiones han desaparecido. El origen de religiosos de estas historias se usaba para contarle a la gente del pueblo a través de cuentos fenómenos sociales y psicológicos utilizando a Dioses y héroes. (Por ejemplo, historias donde Zeus era Dios, Poseidón el rey del mar. En la religión pagana Thor era el Dios, en la egipcia RA, etc.).
Ahora, se pueden considerar cuentos porque esos Dioses ya no lo son, es decir, porque ahora ya no tienen carácter religioso, con algunas excepciones (Por ejemplo, dentro de la Biblia, el génesis se considera mitología porque se sabe que no fue así).
2.       Cuentos de animales: Los personajes deben ser animales (por ejemplo: “Los 7 cabritillos”). En este tipo de cuentos se incluyen dos subtipos que son:
·         Los cuentos de animales propiamente dichos, donde los animales representan a personas. Es decir, cuentos animistas que no tienen moraleja ya que para eso la moraleja debe pertenecer al cuento.
·         Las fábulas donde los animales representan vicios y virtudes humanas (por ejemplo: “La liebre y la tortuga”). Las fábulas pueden tener protagonistas humanos llamados apólogos (“El pastorcillo y el lobo”). Por últimos debemos mencionar que las fábulas tienen moraleja y son historias moralizantes.
3.       Cuentos de fórmulas: Son aquellos que o bien todo el cuento o parte de él, hay que aprendérselo de memoria.
4.       Cuentos de hadas o maravilloso: No son sólo cuentos en los que salen hadas, sino cualquier personaje mágico (enanos, ogros, gnomos, etc.). Por ejemplo: “Caperucita” es un cuento de este tipo ya que el lobo puede hablar y por lo tanto es mágico.
Esta es la primera clasificación de cuentos folclóricos que se había realizado y como fruto de la tesis de Propp se publicó un clásico llamado “Morfología del cuento”.
     
Otra clasificación que podemos destacar es la de Rodari, el cual pretendía separar los cuentos en tipo para poder trabajar con los niños de maneras diferentes. Rodari leía mucha literatura folclórica e hizo una clasificación en tres bloques:
1.       Cuentos de animales: Donde se englobaba a los animales salvajes, domésticos, relaciones entre el hombre y el animal, relaciones entre los animales salvajes y domésticos.
2.       Cuentos mágicos: Equivalen a los cuentos de hadas de Propp añadiendo también aquí los mitos. En este bloque encontramos historias de adversarios sobrenaturales, de parientes sobrenaturales o embrujadas, de auxiliares sobrenaturales, empresas sobrehumanas, objetos mágicos, cuentos de carácter religioso, de bodas.
3.       Cuentos de bromas y anécdotas: Se incluían en este bloque muchos de los cuentos de fórmula de Propp. También cuentos del tonto, del listo, de fórmula o estribillo.
Más tarde, nos encontramos con Sara C.Bryant quien se define a sí misma como cuentacuentos y quien dedicó su vida a contarlos. Ella escribió de cómo contar cuentos. Sara C.Bryant, siguiendo los pasos de Propp y Rodari, también realizó una clasificación de los cuentos con una función práctica basándose en las edades:
1.       Cuentos de 3-5 años: Historias rimada, historias con fragmentos versificados, historias de animales personificados, cuentos burlescos, cuentos de hadas.
2.       Cuentos de 5-7 años: Folklore (leyendas locales), cuentos de hadas y burlescos, fábulas, leyendas, narraciones de historia natural.
3.       Cuentos para mayores: Folklore (leyendas locales), mitos y alegorías, parábolas de la naturaleza, narraciones históricas, historias reales, narraciones humorísticas.
En lo que respecta a la historia del cuento folclórico, debemos decir que no podemos saber si existen muchos o pocos cuentos folclóricos españoles ya que al pasar de boca en boca, no se puede saber si son de tradición español o europea. Como dato anecdótico os diré que los cuentos que se consideran de tradición española son muy parecidos a los europeos.
La primera persona en la que nos tenemos que fijar para conocer la historia de los cuentos folclóricos es en el francés Perrault, el cual era un hombre muy religioso, humanista que hacía de pedagogo a los niños de la corte. Podemos decir que pertenece al Siglo XVIII por lo que lo situamos en la Francia donde reinaba Luis XIV, también conocido como “el Rey Sol” (el rey sol era el primer rey que creyó que su poder le había venido directamente de Dios). Al “Rey Sol”, le encantaba que le contaran historias y uno de los que le contaba historias era Perrault quien sentía que la Corte de Luis XIV era decadente y se veía con la obligación de moralizarles a través de las historias.
Perrault recogió historias que la nodriza que había contratado les contaba a sus hijos. También leía la literatura italiana de los cuentos cortos y se inspiraba en leyendas celtas.
Perrault reescribe estas historias, es decir, las adapta con el objetivo de convertirlas en historias moralizantes para la Corte de Luis XIV. Por todo esto, podemos decir que Perrault no es un autor de cuentos sino un adaptador. Publicó varias adaptaciones entre los que se incluyen “La Cenicienta”, “El gato con botas”, “Pulgarcito”, etc. y añade sus propias moralejas.
              
Pero en la Francia del Siglo XVII también encontramos a más autores que se dedican a hacer adaptaciones de cuentos folclóricos.
Por otra parte, en esta época, surge en Inglaterra la primera librería dedicada a los niños y jóvenes donde también se editaba libros. El autor de esto era Jhon Newberry, el cual edita cuentos de libros folclóricos con adaptaciones moralizantes.
En España, nos encontramos con la influencia de Iriarte quien escribió “fábulas literarias”, las cuales no eran infantiles y estaban destinadas a los “malos” poetas que no se ceñían a las normas literarias y con Samaniego, el cual escribió “fábulas orales”, las cuales fueron un encargo del seminario de nobles.
Otra de las influencias que nos llega a España, eran los Aleluya, hojas donde aparecían vidas de Santos y venían viñetas donde debajo se contaba la historia.
A principios del Siglo XIX, nos encontramos ante un movimiento cultural, artístico, ideológico y político que se pone de moda en Europa pero que nace en Alemania que es, el Romanticismo.
El romanticismo afecta a muchos sentidos de la vida. Aunque cuando nosotros escuchamos la palabra romanticismo se nos viene a la cabeza que la idea es adolescente ya que se pensamos en gente enamorada que “muere” por amor, sin embargo, es una idea más compleja y tiene que ver con varias vertientes, entre ellas, con la política donde los románticos se consideraban liberales, revolucionarios y muy nacionalistas.
Debemos explicar que junto con el romanticismo nació en esta época el sentimiento nacionalista ya que surge la necesidad de proteger lo propio del país.
En la época romántica de Alemania, nos encontramos con los hermanos Grimm a quienes ya hemos nombrado con anterioridad en este bloque. En un momento determinado, un editor propone a los hermanos Grimm hacer una antología (recopilación) de cuentos folclóricos alemanes con la intención de conservarlos (aquí podemos observar el sentimiento nacionalista que había en la época por proteger y evitar que se pierda lo del país).
Los hermanos Grimm aceptan y con la ayuda del pueblo y de sus amigos llevan a cabo la recopilación reuniendo así una gran cantidad de cuento folclóricos alemanes. Esta recopilación se publicó bajo el nombre de “Cuentos del niño y del hogar”, estos cuentos no estaban adaptados ya que sólo tenían intención conservacionista.
El libro tuvo mucho éxito y se vendió con mucha facilidad y rapidez ya que entre otras cosas, los profesores al no tener libros en sus aulas para practicar la lectura, utilizaron este libro ya que poseía un lenguaje sencillo. Y aunque se sacó una segunda edición, la editorial recibió muchas quejas de los padres ya que consideraban que algunos textos no eran apropiados para los niños ya que había demasiada violencia gratuita, sexo, incesto, etc. La editorial ante estas quejas decidió proponer a los hermanos Grimm cambiar los cuentos, es decir, adaptarlos para los niños y aunque ellos al principio se negaron ya que sólo lo habían hecho para conservarlo, terminaron aceptando y “limpiaron” algunas de las cosas que aparecían en los textos. (Por ejemplo, en el texto de Hansel y Gretel, en la primera edición era la madre quien les echaba de casa y en la tercera edición, los hermanos Grimm pusieron adaptaron el cuento al colocar a la madrastra en el lugar de la madre).
Como dato anecdótico, me gustaría decir que en la actualidad, es casi imposible encontrar la primera o incluso la segunda edición del libro de los hermanos Grimm.
Cuando se empieza a interesar analizar los cuentos descubrimos muchas cosas como por ejemplo, que “Caperucita” había sido considerada Alemana aunque ya había sido publicada un Siglo antes en Francia por Perrault. Esto, fue un error de los hermanos Grimm ya que se confundieron al pensar que se podía delimitar un folclore tan concreto como el alemán.
En Alemania, el romanticismo, trajo consigo a otros autores interesados en los cuentos folclóricos alemanes. Uno de ellos, es Hoffman, quien publicó un libro llama “Cuentos fantásticos”.  EL libro más famoso que adaptó y publicó fue “El Cascanueces”.
             
En Dinamarca, el “genio” del folclore fue Hans Christian Andersen, el cual se ubica en la segunda mitad del Siglo XIX cuando el romanticismo estaba decayendo. Es en la época realista, donde aparece Andersen con su obra literaria propia. La más famosa de sus obras es “La pequeña cerillera” o “La pequeña vendedora de fósforo”. La mitad de su producción son adaptaciones muy personales de cuentos folclóricos (Por ejemplo, “La reina de las nieves”). Sus cuentos recopilados suelen ser útiles y siempre acaban mal.
En España, en el Siglo XIX, la persona que se dedicó a hacer recopilaciones fue Cecilia Bhöl aunque siempre firmaba con el seudónimo de Fernán Caballero. Fernán Caballero (Cecilia) se limitó a recoger poemas, canciones, cuentos de la época, oraciones, etc.
En la segunda mitad del Siglo XIX, encontramos al Padre Coloma, quien consideraba que se podía educar a los niños tanto en casa como en la escuela a través de los cuentos. Cogió muchos cuentos folclóricos y los adaptó para moralizar a los niños españoles. El Padre Coloma cambia a las hadas por otros personajes como son las vírgenes, a los personajes malos de las obras (ogros, brujas, etc.) los convierte en Satanás o el diablo (Al diablo lo llama Pedro Botero)

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